Muchas veces mis amigos me han preguntado porqué no cuento la historia íntima de la producción.

Este rodaje es una buena ocasión de hacerlo, si bien no explica como se hacen los documentales, al menos cuenta como se hacen “estos” documentales.

“Bajo los Volcanes” relata en lo esencial el periodo que va desde el 2002 hasta el 2006 en Bolivia.
Las últimas imágenes muestran las ceremonias del cambio de mando.
Andábamos con José por las cercanías de la calle Comercio; sabíamos que por esa calle pasaría Evo Morales hacia el gran acto que se estaba desarrollando desde hacía rato. Estábamos lejos de las cámaras y del escenario, la mayor parte de la gente que nos rodeaba eran mineros cooperativistas y campesinos, hablamos con algunos de ellos, no muchos, y también con una muchacha anónima, nos decían las expectativas que tenían ante la llegada del primer presidente trabajador en Bolivia. Había una especie de gravedad en esos momentos, no era sólo una masa entusiasta, fervorosa; creo que en el pueblo esta muy presente que lo que se ha ganado ha sido a costa de muchos sacrificios, que se ha entregado mucho para estos logros que son todo menos episodios electorales.

Rodeado por unas dos o tres personas pasó saludando Román Loayza, entonces presidente de la Confederación campesina; unos minutos después pasó Evo Morales, rodeado por la multitud. Me había subido a un kiosco y desde allí filme una masa de ponchos rojos y mineros, sentí que esa imagen era el resumen de todos esos años, una marea imparable. El pueblo que invade el centro del poder, pacíficamente pero con la fuerza de la presencia.

Javiera dice que uno de los momentos que mas le gustan de la película es esa relación que establece el montaje: unos momentos antes el “ancient regime” sale de la escena, se ve al presidente y sus colaboradores saliendo de derecha a izquierda y a los cadetes de la escuela militar en el mismo sentido, y luego, de izquierda a derecha al Presidente de los campesinos , después desde el fondo esa marea de campesinos y mineros.
Yo creo en esa manera de hacer las cosas , estar donde uno cree que están pasando los acontecimientos, buscando en la manera de mostrar, la carga de sentido que las imágenes tienen. No siempre se logra, no siempre uno alcanza a conferirle sentido a las imágenes o transformar en sentido lo que vemos y registramos, eso se queda en el montaje, en esa larga y ardua confrontación con la materia y el tiempo, y muchas veces simplemente porque uno no esta donde había que estar.



Ese es el fin de la primera parte. Después han pasado los años.

Rápidamente se fue imponiendo la idea de hacer una continuación, a pesar de las dificultades para la difusión de la primera parte. Así llegamos, 8 rodajes y 4 años mas tarde, a los preparativos del lo que debería ser uno de los últimos viajes de la segunda parte.

Entretanto la revolución boliviana había enfrentado todo tipo de conspiraciones, golpes frustrados y maniobras. Finalmente se realizarían el 6 de Diciembre las elecciones simultáneas de Presidente, Vicepresidente y miembros de la Asamblea Plurinacional, bajo el imperio de la Constitución Política del Estado que había sido el Norte de todas las luchas de estos años.

El plan era partir por tierra en el Land Rover de Rodrigo, con Paz, Javiera se nos uniría mas tarde, mientras tanto haría el trabajo de producción de campo, que es una manera de decir que trataría de predecir lo impredecible.

Queríamos entrar por la zona de Uyuni para visitar el salar y la Planta Experimental en construcción y luego subir lo mas al norte, antes de que empezara la temporada de las lluvias, que todos los años inundan buena parte del Norte del país.

Como cada vez faltaba dinero para un viaje que iba a ser largo. Además había que preparar el vehículo y otros materiales.

El Land Rover es un modelo de hace unos 30 años, largo y con una gran parrilla en el techo que había que arreglar y ponerle una plataforma. Durante unas tardes calurosas Ricardo nos ayudo con las soldaduras de la parrilla, la escalera y otros ajustes, fue una buena ocasión de encontrarnos una vez mas, me hubiese gustado partir con el, y a el lo mismo, pero tiene mucho trabajo y mucho que hacer, pero a su manera se embarco en el viaje.

Rodrigo arreglo en un taller de Diez de Julio la parte eléctrica, por lo menos unos focos arriba del techo, y otros detalles, Paz se dedico a las puertas y otros asuntos destinados a evitar que entrara demasiado frío, tierra, agua o lo que sea, hay que decir que los esfuerzos eran grandes pero la causa imposible.

Yo me dedique a buscar todo tipo de gadgets que funcionaran con los 12 volts del vehículo, para cargar teléfonos, linternas, radios, iPods, baterías etc. No se pudo comprar la larga lista de asuntos deseables, pero el tiempo pasaba y debíamos partir de una vez.

Con mis amigos de la Memoria Popular, del colectivo Hoguera y otros nos juntamos para una especie de despedida donde se recibieron donaciones y se vendieron DVD, un Sábado en la noche cargamos bencina en la Avenida Brasil y partimos.

Nos costo salir de Santiago evitando los tags; al amanecer estábamos a muchos kilómetros de Santiago. Decidimos no parar hasta llegar a La Serena; ya nos habíamos dado cuenta que nuestra velocidad de crucero era lenta.



En la Serena se reventó un neumático y pasamos unas horas dedicados a eso. El plan de llegar a Chañaral en la noche se veía difícil, Rodrigo propuso hacer una pausa en Vicuña para hacer revisiones, y partir temprano al día siguiente, después de comer y dormir bien.



Pasamos el día siguiente viajando hacia el Norte, había un día luminoso, el auto todavía estaba limpio y ordenado, lo que lo hacía espacioso y casi cómodo, llevábamos un sillón de espuma que ocupaba, desplegado, toda la superficie de atrás.



En la tarde entramos a Domeyko, una estación del antiguo ferrocarril longitudinal, y que actualmente debe subsistir por las actividades mineras, nos instalamos entre unos viejos pimientos a tomar café. Esta es la parte que mas me gusta de los viajes, estar en lugares que no se conocen, ver al paso jirones de la vida diferente de la gente. Salí a dar una vuelta por la plaza cercana, había muy poca gente en las calles.





Partimos con la idea de hacer la próxima parada en Copiapó, a donde llegamos ya de noche. En una estación de servicio armamos nuestras cocinas, y un rato después estábamos comiendo un exquisito plato de pastas con una salsa de atún y vegetales diversos que, con variaciones, fue el menú del viaje. Después de lavar todo partimos con la idea de acampar en las cercanías de Chañaral, recordaba haberlo hecho hace muchos años, y que al borde del camino habían roqueríos que estarían perfectos. En medio de la noche abandonamos el camino y nos internamos entre las rocas. Yo dormí en el auto, Rodrigo y Paz en una carpa.

En Chañaral anduvimos dando vueltas buscando un banco, luego fuimos a las cercanías de la playa para comer algo rápido, la idea era estar a medio camino de Antofagasta y Calama temprano en la tarde, yo quería poder recorrer esa zona con toda tranquilidad, las cosas no serían así.

Al salir de Chañaral ya estábamos en el Gran desierto, las distancias son muy grandes.
A media tarde nos detuvimos un poco mas al Norte del cruce hacia Taltal, en una posada aislada, es el único punto habitado junto al camino entre Chañaral y Antofagasta, fuera de una estación de Servicio. El lugar era muy agradable, aparte de la Televisión que nos recordaba que aun estábamos bajo el influjo de la cultura nacional metropolitana. Nos comimos unas pailas con te y seguimos mientras avanzaba la tarde.




Entrada la noche nos detuvimos para cargar bencina. Al llegar a La Negra, a la altura de Antofagasta empezaron nuestros problemas mecánicos, una pana que se manifestaba con unos espasmos del motor que terminaban con la detención completa... de hecho esa misma pana se manifestó durante el resto del viaje muchísimas veces, las causas así como los remedios fueron múltiples, y hasta el final nunca estuvo todo claro, al menos para mi, de todas maneras sea cual fuera la intervención que se hiciera, el auto volvía a partir...





A duras penas llegamos tarde en la noche a Baquedano, buscamos un sitio donde cocinar y comimos. Decidimos pernoctar en el desierto un poco mas adelante, en la zona de Carmen Alto.

Durante el camino yo había entretenido a mis compañeros de viaje con historias de terror del desierto, desde historias de empampados, ratas salvajes, fantasmas de todo tipo y otros horrores... no se si eso influyo pero decidieron armar la carpa en el techo.

Nos alejamos unos kilómetros de la carretera para armar campamento. Salí a dar una vuelta, a lo lejos se veían las luces de Carmen Alto, hacia el Oriente la silueta del cordón Barros Arana y lejos hacia el Norte las luces de los vehículos que pasaban.

A la mañana siguiente entrábamos a Calama, Rodrigo comenzó a comprar filtros de bencina de distintos tipos y a cambiarlos... el auto seguía fallando, mas encima empezó a notar unas inquietantes durezas en la dirección.Pasamos el día en esas cosas, al final de la tarde decidimos partir hacia la frontera, habíamos decidido entrar a Bolivia por Ollague. Estábamos entrando al cruce cuando el auto nuevamente se para. Nos dijimos que no se podía seguir así y que apenas se pusiera a andar de nuevo buscaríamos donde dormir y al día siguiente trataríamos de hacer arreglos serios. Rodrigo había pedido a Santiago una enorme pieza para la dirección que llegaría en la mañana.

Dormimos en un agradable camping vacío en las afueras de Calama, armar carpas a la salida de Calama nos pareció un poco absurdo. A la mañana siguiente Rodrigo fue a buscar su pieza y luego buscamos un taller donde hacer todo eso. Encontramos uno en el cual se podían hacer los distintos arreglos. Pasamos el día y la noche en ese taller, yo salía a dar vueltas, la mecánica no es lo mío como se dice, Calama no cambia mucho en apariencia.

En la madrugada estábamos saliendo del taller, fue una larga noche en que se hablo de todo con los mecánicos. Nos fuimos a una estación de servicio donde desayunamos, compramos agua y bencina en cantidades y partimos.






Estaba amaneciendo cuando salimos de Calama rumbo a Lasana; entramos al pueblo a comprar pan y luego salimos al desierto, buscamos un lugar para salir del camino y dormir antes que llegara el calor.





Después del mediodía partimos hacia Ollague, en el camino nos detuvimos en un pequeño pueblo estación desierto. Anduve un largo rato buscando alguien con quien hablar; muchas casas estaban en ruinas, la mayoría cerradas. Era evidente que allí había un campamento de obreros que seguramente estaban trabajando en algún lugar del desierto. El lugar tenía algo misterioso, un poco inquietante pero bello. Finalmente apareció un cuidador a quien pedimos permiso para cocinar y almorzar a la sombra de la baranda de una de las casas mas grandes.



Seguimos en dirección de Ollague por el Salar de Ascotan, nos detuvimos en el campamento Ascotan donde tratamos de encontrar un mecánico, el lugar era muy inhóspito, en la ladera de los cerros sobre el Salar, la vida de esos trabajadores es muy dura. Estuve conversando con un trabajador, me contó que le dolía la cabeza, según el por la luz del salar, le convide de mis Doliprane, al viajar siempre ando con un stock de Dipironas y otros analgésicos, muchas veces en los campos a falta de otra cosa alivian un poco. Al partir estaba oscureciendo, nos alejamos del camino y armamos el campamento. Al amanecer descubrimos un paisaje extraordinario, sobre la superficie plana del salar se alza el volcán Ollague con sus fumarolas.







En Ollague desayunamos en un pequeño local, y salimos del país.

En Bolivia el puesto fronterizo esta en Estación Abaroa, los trámites fueron simples hasta que llegamos a la Aduana, allí el jefe observó que nuestras cámaras eran profesionales, y que estábamos afectos a una ley que rige los rodajes realizados por equipos extranjeros, ley que efectivamente existe, y que no creo que se aplique, entre otras cosas porque esta destinada a las producciones comerciales... el diálogo se fue empantanando, el jefe dijo que se iba a almorzar y que averiguáramos con nuestros contactos en La Paz...

Decidimos tomar las cosas con calma. En el pueblo no hay teléfonos públicos y mi celular boliviano no tenia señal, la única manera era comprando unas tarjetas y conseguir que alguien te preste un teléfono fijo. Salí a buscar donde vendían las tarjetas, compre dos y luego fui a una oficina donde me permitieron llamar, pero no había comunicación, entre tanto el jefe había regresado y seguía diciendo que tenía que aplicar la ley, y nosotros explicando en qué andábamos.

Me permitió usar uno de sus teléfonos con mi tarjeta, logre comunicarme con Javiera, que quedo de hacer algo. Le explique al jefe que se harían las consultas con la Presidencia para aclarar todo. A pesar de todo evite mencionar ninguna vinculación ni nada que pareciera presion, son cosas que funcionan mal. Adopte una postura tranquila, como si tuviera todo el tiempo del mundo.

El jefe estaba comunicado vía Intranet con su superior en Potosí, quien sugirió que pasáramos por otro lado, le dije calmadamente que no lo haríamos, y que durara lo que durara el tramite nos quedaríamos allí.

Finalmente nos dijo lo que en parte explicaba esta situación; contó que entraban equipos de televisión chilena para hacer reportajes, que ellos los dejaban pasar sin problemas. Después veían reportajes sensacionalistas sobre narco trafico, en los cuales la imagen del país era maltratada, como lo eran sistemáticamente modestos ciudadanos bolivianos en la frontera chilena. Justamente habíamos hablado con un campesino que nos pregunto si lo podíamos llevar, le dijimos que si coincidía con nuestra ruta no había problemas, el jefe nos dijo que a este campesino le habían quitado en el puesto fronterizo chileno los aguayos (textiles tradicionales) que llevaba, le habían hecho firmar un papel en que se decía lo contrario y lo habían expulsado hacia Bolivia, a pie por el desierto, a varios kilómetros del puesto boliviano.

Rodrigo le explico que nosotros no éramos de esos chilenos, que no pertenecíamos a ningún medio oficial, y que, al contrario, estábamos por la justicia y la igualdad.

Finalmente nos dijo que nos creía y que pasáramos.
Así entramos al Salar de Chiguana.

El camino es una huella, o dos, tres, o cuatro que se entrecruzan y a veces desaparecen. No vimos ni un solo vehículo en lo que quedaba de la tarde.



Nos detuvimos a filmar una manada de llamas que pasaba y continuamos mientras se acercaba la noche.



Justo frente a un solitario cuartel del Ejercito boliviano nos quedamos en pana. Fui a explicar quienes éramos en qué andábamos y si tenían algo que no recuerdo, que según los últimos diagnósticos de Rodrigo era el remedio final.

Rápidamente llego el comandante y me propuso que durmiéramos en el cuartel, que tenían unas piezas desocupadas. Le agradecimos y entremedio el auto volvió a funcionar y nos fuimos, una vez mas sorprendidos por lo fácil que pueden ser las cosas a veces.

Mientras avanzábamos en la noche veíamos hacia adelante como se iba armando una tormenta, eso más el hecho de que no se distinguía nada del camino nos decidió a acampar.



La tormenta seguía lejos en las montañas, no se veía ninguna luz, fuera de los relámpagos silenciosos en la distancia. Se sentía la lejanía.



La noche era oscura y estábamos estacionados en medio de nada, pusimos una baliza luminosa en precaución.

Dormimos profundamente.

Nos habían dicho que por esos lados había un poco de movimiento en las mañanas, especificamente de las caravanas de 5 o 6 jeeps de las empresas que llevan y traen turistas hacia el Salar de Uyuni, solamente los que vienen de Ollague. El grueso de los visitantes viene de Uyuni, a donde llegan los turistas, la mayoría extranjeros.

Nos preparábamos para partir cuando vimos acercarse un jeep, querían ayuda para sacar a uno de los autos de una pequeña hondonada, al llegar al lugar ya lo habían sacado, pero en la operación se había roto algo en el que tiraba, todos miraban con envidia el gran winch del Land Rover para gran satisfacción de Rodrigo, que tiene un enorme desprecio por esos autos modernos llenos de electrónica y donde uno no puede hacer hoyos para fijar cosas, etc. etc.





Al final de la mañana llegamos a Juliaca, un pequeño poblado que se encuentra sobre la linea de ferrocarril. Mientras le echábamos agua al auto conversábamos con unas niñas de la escuela cercana que aprovecharon el recreo para venir a curiosear, una de ellas andaba con su pequeña llama.



Los niños están integrados a la vida comunitaria, tienen sus tareas y lugar específico, y viven a su manera las transformaciones, cada uno de ellos es beneficiarlo del Bono Juancito Pinto, uno de los logros de la política social del Gobierno, que incentiva la escolaridad de los niños pobres.

Partimos hacia Rió Grande, en el borde del salar de Uyuni. El primer objetivo era confirmar con la Comibol la visita a la Planta experimental. Había que usar un teléfono publico frente a la plaza. la comunicación era difícil, finalmente me confirmaron que podíamos ir al día siguiente.



Lo segundo era encontrar un mecánico. Partí preguntando por el pueblo y los dos mecánicos estaban fuera, alguien me dio el dato de uno que trabajaba con un generador en la sede de la cooperativa. El mecánico era un tipo joven y simpático, estaba terminando su jornada; lo espere y nos vinimos caminando y conversando. Me contó que había estudiado en Calama y que había trabajado en Chile, me explicó que su esposa era del pueblo y que la comunidad le había pedido que se fueran a vivir a Rio Grande. Después supe que la Cooperativa era la unica en el sector que podía explotar unos minerales, lo que explicaba la gran cantidad de camiones en el pueblo.



No recuerdo muy bien cual fue el misterio mecánico, pero se metió con el carburador, y no acepto ningún pago.



Estaba oscureciendo y en la esquina del teléfono se había juntado un grupo a conversar, entre ellos el mecánico, me invitaron a participar, me contaron sobre el pueblo, de las distintas actividades, fui a comprar un par de botellas de cerveza, que agregue al fondo común.



Nos fuimos hacia el desierto para cocinar y dormir.



A la mañana siguiente fuimos a la Planta experimental. Entrevistamos al jefe de la construcción. La creación de esta planta es parte de la politica con que el Gobierno de Evo Morales enfrenta un asunto de enorme importancia para Bolivia. Según cálculos recientes las reservas de Litio en Bolivia, sobrepasan la mitad de las que se conocen en el mundo.



Hace 20 años cuando la transnacional Lithco Co. intentó explotar esas reservas las organizaciones sociales de Potosí se movilizaron en defensa de los recursos naturales, para ellos el litio no debería correr la suerte de la plata del Cerro Rico. La movilización de los habitantes de una de las regiones mas postergadas de Bolivia, además de observaciones realizadas en el Congreso, exasperaron a la trasnacional que se retiro; de hecho no querían explotar el litio sino utilizarlo como reserva, esperando que la tecnología hiciera viable el uso del litio en la fabricación de baterías de alto consumo de manera masiva.

Algunos años mas tarde el litio se convirtió en el ingrediente imprescindible de las baterías modernas, usadas en distintos artefactos, y en la industria automotriz que desarrolla los vehículos eléctricos.

En una primera etapa la planta producirá 40 toneladas de carbonato de litio al mes, esta producción no sera vendida sino que se acumulará para crear reservas que le permitan a Bolivia incidir en el futuro en el mercado internacional. Lo que sí se venderá son los potasios que representan cinco veces el litio en cantidad y que ya tienen mercados disponibles en América del Sur

Por ahora el estado ha invertido cerca de 10 millones de dolares en la implementación de la planta y de algunas piscinas de evaporación en el salar, esta inversión se incrementara a 500 millones de dolares en los próximos 5 años. En medio del desierto surgirá un verdadero polo de desarrollo; se producirán productos con valor agregado y no solo materias primas destinadas a la exportación: carbonato de litio, sales y carbonatos para fertilizantes, cerámicas y vidrios. Igualmente se abrirán la posibilidades de cooperación para el desarrollo en Bolivia de productos industriales, especialmente baterías destinadas a automoviles híbridos. Se instalarán plantas de química industrial básica para producir ácidos diversos como clorhídrico y sulfúrico.



Los objetivos de la Planta son: 1º La identificación de la tecnología más adecuada y rentable para el tratamiento de las salmueras del Salar de Uyuni. 2da: La formación de técnicos y profesionales en el tratamiento e industrialización de los recursos. 3ro: La industrialización de la Salmuera del Salar de Uyuni de manera integral. El objetivo de la planta no es la rentabilidad, pero sera sustentable por la comercialización de los potasios.



Al recorrer las sencillas calles de Rió Grande nos decíamos que en unos decenios mas este apacible pueblo estará rodeado de un enorme complejo industrial, desde aquí surgiran riquezas que esta vez serán para los bolivianos.



Nos internamos en el Salar. Lo mas parecido es la navegación en el mar, una enorme superficie blanca y lisa de 12.000 Kilómetros cuadrados. Los técnicos de la planta nos dieron unos puntos GPS y otras indicaciones, teníamos que ir en linea recta hacia el Norte teniendo como referencia las piscinas de evaporación, proyectar esa linea y continuar hasta un momento en que había que girar bruscamente hacia el oriente y si todo estaba bien llegaríamos a las cercanías de Colchani donde podíamos tomar un camino de calamina hacia Uyuni.



El auto se quedo en pana a la salida del Salar, a la izquierda veíamos Colchani. Uyuni estaba a unos pocos kilometros hacia el Sur, cuando el auto finalmente partió nuevamente nos dirigimos hacia allá. El camino era de calamina, que se puede cruzar a muy baja velocidad o a mas de 80, en ambos casos los vehículos sufren, fuera del camino hay muchas sendas alternativas que sirven para evitarse los saltos, por momentos las sendas desaparecen y se termina avanzando a campo traviesa.



El auto se paro, volvió a partir y cada vez el tiempo en que estaba funcionando era mas corto, se hacía tarde y lo mas lógico era tratar de que nos remolcaran hacia Uyuni. Partimos a dedo con Paz a buscar una buena cuerda y otras cosas. En unas calles comerciales compramos una cuerda, Paz llamo a Santiago desde un centro de llamados, mientras ella hablaba yo observaba a unos mormones que convencían a la joven que atendía, cuando se fueron le pregunte que si ella sabía que al bautizarse con esos herejes estaba abandonando la verdadera iglesia, me dijo que sus amigas estaban en eso, le advertí que tenia que tener cuidado con su alma inmortal y nos fuimos.



En un taxi recorrimos los 3 kilómetros hasta el Land Rover, un camión nos tiro hasta una estación de servicio (o surtidor) a la entrada de Uyuni, le preguntamos al bombero si podíamos dejar el auto allí, dijo que no estaba autorizado.



Salí a recorrer el sector buscando un lugar donde dejar el auto guardado, no resulto, finalmente el encargado de la bencinera se apiado y nos permitio dejarlo. Llamamos un taxi que nos dejo en el centro donde buscamos y encontramos un pequeño hotel donde pudimos bañarnos. Salimos a dar una vuelta al Internet local, comimos algo rápido y nos fuimos a dormir.



Durante la mañana Rodrigo arreglo el auto y partimos a mediodía hacia Oruro, desde donde seguiríamos hacia La Paz por caminos asfaltados.

Al caer la noche nos acercábamos a Oruro, llevábamos un joven que nos había pedido llevarlo, en general llevamos muchas personas. Repentinamente las luces del auto empezaron a bajar hasta desaparecer, producto seguramente de un chapuzón al atravesar un curso de agua en la tarde, la noche estaba oscura y no queríamos detenernos. Le pasamos una linterna al joven que la agitaba atrás, con otras tratábamos de hacernos visibles adelante.

Fueron interminables kilómetros así, estuvimos a punto de estrellarnos o desbarrancarnos por lo menos una vez en serio. Al llegar a Oruro nuestro amigo comenzó a llamar para saber donde encontrar un taller, finalmente encontramos uno que acepto guardar el auto hasta el día siguiente.

Fuimos al sector del terminal de buses donde hay alojamientos baratos, encontramos uno bastante correcto y nos fuimos a comer un silpancho. Al día siguiente Rodrigo y Paz salieron temprano a dedicarse al auto mientras yo dormía, me vinieron a buscar al mediodía, luego fuimos a otro taller para algo que olvide casi inmediatamente, Rodrigo me dijo que el mecánico tenía un look extraordinario. En realidad era como muchos bolivianos, moreno, delgado, de una cierta edad y con jockey a la Lenin, eso mas su mameluco y en realidad parecía salir de un mural realista. Además, como muchos bolivianos tenía esa manera fina de relacionarse, con una cierta cortesía llana y una ubicación rara para nosotros, además un español impecable y la impresión de que sabe lo que esta haciendo y que no esta tratando de vender nada.

Dimos una vuelta larga por la ciudad para probar y partimos. Entre medio no encontramos la bencina que necesitábamos y queríamos estar seguros de no quedarnos sin bencina, a pesar de que el trayecto es de 3 horas en bus. Encontramos una Sra. que vendía bencina en el traspatio de su casa, cerca del camino. La informalidad tiene esa calidad de ubicuidad y horarios flexibles a veces inestimables.

El camino atraviesa paisajes semi áridos. Sobre una cuesta se abría un hermoso panorama de desierto, cerros y nubes, yo y Paz nos quedamos haciendo imágenes mientras Rodrigo se alejaba para poder filmarlo de vuelta.



Paso el tiempo y lo veíamos a lo lejos inmóvil, finalmente volvió, había quedado en pana, nos contó que le había dado tanta rabia que saltó sobre la caja de herramientas destrozándola, no fue el único chascarro de ese tramo.

Llegamos en la noche a La Paz, nos dirigimos directamente al Café Ciudad donde nos juntaríamos con Javiera, el café es una institución paceña cerca de la Universidad; el lugar es amplio y las ventanas dan sobre la animada Plaza del Estudiante y el Prado, el eje central de La Paz, lo interesante es que esta abierto 24 horas sobre 24, lo que es muy práctico cuando uno llega a la ciudad muy tarde o muy temprano. Planeamos la continuación, al día siguiente era el cierre de campaña de la candidatura de Evo Morales, un par de días después las elecciones.



Los pronósticos son optimistas. Se elegirá al Presidente, Vice presidente y miembros de la Asamblea Plurinacional, que reemplazara al Congreso Nacional. La oposición esta dispersa, aún no se recompone. El sistema tradicional de partidos desapareció durante las sublevaciones del 2002 al 2005. Para las elecciones presidenciales que llevaron a la Presidencia a Evo Morales a fines del 2005 se creo sobre los restos de la derecha parlamentaria un partido que llevo la candidatura de Jorge Quiroga, sin gran exito. En el periodo siguiente se creo un frente prefectural con pretensiones autonomistas que se desarrollo especialmente en algunas ciudades capitales de departamento (Beni, Pando Sanbta Cruz, Tarija, Chuquisaca) Esta asociación se derrumbo el 2008 dejando liderazgos aislados luego del fracaso de la ofensiva golpista fracasada.

En estas elecciones pareciera que la situación de la oposición roza la caricatura, el binomio esta compuesto por el ex prefecto revocado por referéndum en Cochabamba Manfred Reyes y el ex prefecto de Pando, preso desde la masacre de campesinos en Porvenir en el 2008.

El acto de proclamación en El Alto es colorido, ruidoso y numeroso. Es difícil estimar la cantidad de manifestantes desde donde estoy, el lugar es un cruce de carreteras urbanas, pero hay mucha gente.



Estoy muy lejos del escenario, de hecho casi no lo veo, en una pasarela que cruza la gran avenida que atraviesa El Alto. Estoy solo, llevo mi cámara y un mínimo de accesorios. En realidad un bolso negro anónimo en que guardo la cámara cuando me muevo o no la estoy usando, un micrófono con un accesorio contra el viento, cassettes y baterías; así se hizo el 90 % de "Bajo los Volcanes" a veces con cámaras muy pequeñas.

Converso con algunos manifestantes, como muchas veces la adhesión no es ciega ni fanática. Me hablan de las dificultades, de las debilidades, de lo que no funciona, pero en general asocian la superación de las dificultades a la profundización del proceso.







Paso buena parte del día de las elecciones en la casa, almuerzo con los amigos y en la tarde voy al la Plaza Murillo. Ya son varias las veces que hemos estado aquí en una noche de votación. Escuchamos el discurso de Evo y nos quedamos dando vueltas por la ciudad, terminamos rehaciendo planes en un café, el auto esta aun en reparaciones. Lo mejor es seguir en avioneta hacia la Amazonía boliviana, ya empezó la temporada de lluvias.





Después de unos días en La Paz parto a Rurrenabaque en el Beni, en la rivera del río Beni. Mi plan es simple, agregar un poco de verde al futuro film, no conozco a nadie en la zona. La ciudad tiene algo de ciudad fronteriza, de último bastión ante la inmensidad de la selva... y las grandes frases aparecen cuando uno piensa que la cuenca del río es mas grande que el Reino Unido, y que al juntarse al Mamoré crearan el Madeira que al unirse al Amazonas aparecerá en el Atlántico...





Y esto tiene que ver con esto de los documentales... en realidad no tenía nada especifico que venir a hacer aquí, tenía un nombre, y el buscarlo era mas que nada una excusa para iniciar vagas conversaciones casuales con la gente, que es algo que me gusta mucho hacer. Bolivia es un país amazónico, entre otras cosas, el 60 % no es altiplano, y eso me interesa, el proceso de cambios del país llega hasta aquí y se expresa de una manera especial que no conozco, hay desafíos de país que se juegan en estas enormes regiones... pero eso son los datos, son las cosas que uno lee o estudia, y esta bien.



Según esa idea de que hacer documentales es ir hacia algo que NO se conoce, lo primero es saber como es el calor, como es una tarde de lluvia mirando el río, dejando pasar el tiempo, darse vueltas, escuchar, y tal vez comenzar o no a filmar, o simplemente saber como son las cosas, como se llega, qué pasa en el camino... como se vuelve... hacer documentales es partir sin saberlo todo, sin intentar probar nada, es ante todo una implicación, una experiencia; lo demás es técnica.

Después de unos días llego el momento de partir, las lluvias habían convertido la pista de tierra en una pista de barro y no habían posibilidades realistas de salir en varios días, con otros náufragos arrendamos un 4X4 y partimos de vuelta a La Paz en un largo viaje.

Eran las 3 de la mañana cuando entre al café Ciudad en La Paz, espere hasta las 6 para ir a buscar mis cosas y después partí al terminal de buses para partir inmediatamente hacia el Sur.

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