Una mañana fría y nublada. En la Plaza Italia comienzan a juntarse los participantes de la marcha que cada año realizan organizaciones indígenas y populares. El 12 de Octubre de 1492 los españoles comenzaron la conquista de América, desde comienzos del siglo 20 ellos mismos promovieron la celebración del “Dia de la Raza”.



En Chile es un día feriado mas. Las ilusiones panamericanistas “estilo años 50” se han reducido a protocolos vacíos. El país esta conmovido con el rescate de los mineros atrapados en el Norte, que se ha convertido en una suerte de reality show que bordea la obscenidad. El sistema mercantil y comunicacional, en los hechos monopólico, se tomó el evento sin vacilar, con empuje y medios ilimitados. En el gobierno se felicitan a cada segundo, “Don” Francisco, el inoxidable e incansable “chileno símbolo” llega a la palestra a santificar la Unidad sagrada de la patria.

Paralelamente a la epopeya de los mineros, que son los que menos han hablado hasta ahora, y si han hablado nada se ha filtrado, se ha desarrollado la huelga de hambre de los prisioneros mapuches. Durante las primeras semanas el bloqueo informativo fue total, perfecto, infranqueable. La última gran huelga de hambre mapuche, hace unos años, fue larguísima y prácticamente ignorada. Asistí entonces a casi todas las manifestaciones en el centro de Santiago durante meses... los mapuches estaban desoladoramente solos en su lucha.



Chile ha cambiado en estos años. En el Otoño del 2005 la larga huelga de hambre no fue apoyada por muchos chilenos, en los años que siguieron varios comuneros fueron heridos o asesinados por agentes del estado que defendían intereses de terratenientes o transnacionales. Tiempos duros, es muy difícil olvidar a un exultante Subsecretario del Interior declarando que el arresto de lo que los servicios de inteligencia llamaban “la cúpula” de la “Coordinadora Arauco – Malleco era “El fin de una Historia”
SANTIAGO.- Tras conocerse la noticia de la detención –esta mañana- de José Huenchunao Mariñán, máximo líder de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), el subsecretario del Interior, Felipe Harboe, sostuvo que con ella se puso fin a una historia.

"La detención de José Huenchunao pone fin a una historia, donde esta persona estaba prófuga. Los anteriores (líderes) ya han sido detenidos en operativos similares y esta persona está siendo puesta a disposición de los tribunales correspondientes", sostuvo Harboe en La Moneda.

Asegurando en que fue "un trabajo arduo dirigido por el Ministerio Público, y ejecutado por la inteligencia de Carabineros", el subsecretario enfatizó en que "la señal es muy clara: en este país no hay impunidad para cometer delitos".

El Mercurio - Martes 20 de Marzo de 2007

Este dignatario del gobierno de Michelle Bachelet es el mismo que se lució descubriendo y mostrando “Urbi et Orbi” el hallazgo de arsenales terroristas en la Universidad de Santiago, que resultaron ser muestras inocuas de reactivos químicos usados en los laboratorios y machetes de utilera de un grupo de danzas folkloricas.

Para el estado chileno y la cultura oficial lo de los mapuches es una cuestión, un conflicto, un problema, siempre solo mapuche, nunca chileno; en el fondo el problema no es tal, es un conflicto entre el estado y una nación, y si hay un problema es el de una sociedad que no es capaz de asumir que en su interior conviven naciones, culturas y pueblos diferentes, y que deben hacerlo de manera pacifica y justa, que no hay naciones que deban subordinarse o doblegarse.
Para el estado chileno es un problema de obediencia a las leyes, un asunto de orden interior, de peligros que desde siempre han sido resueltos con violencia, al igual que los conflictos sociales.
He escuchado y visto a intelectuales del stablishement ponerse pálidos y sudorosos evocando el peligro de "balcanización" que se cierne sobre el país. No sólo es ridículo, no es pura ignorancia vociferante y mala fe abusiva, es un síntoma de esa intransigencia que es capaz de explicar, justificar y en ultima instancia glorificar cualquier autoritarismo. Es el viejo chovinismo duro de los "pacificadores" de la Araucanía, del belicismo y la violencia social extrema.



Entre lo que cambia está lo que se transforma al interior de la sociedad metropolitana, para los teóricos de la Concertación el asunto era exclusivamente un asunto de tierras, de pobreza, de “integración”; no se les ocurrió que había una dimensión de identidad, de reconocimiento, de dignidad, de cultura; no vieron como surgía en los indígenas una elite educada, una experiencia política, una relato propio, una visión de si mismos. Tampoco divisaron ni de lejos que en América hay un mundo que se mueve, que hay movimientos tectónicos que no se detienen en las imponentes fronteras de nuestra pretendida especificidad.

Lo que tampoco estaba ni esta aun en la agenda de los dueños del país es que esta presión pacifica no es exitosa unicamente por la repercusión internacional y la necesidad de eliminar focos de tensión que dañen el proyecto unitarista. Los adoradores de la transversalidad conservadora no quieren pensar que existan movimientos sociales que puedan perforar la solidez de una estructura basada en lo estanco, en la separación, la disociación. Hay señales que deberian alarmarlos.



Para la “idea unica chilena” la versión conservadora de esa patria homogénea, diferente, blancoide, tirando para blanca, es aplastante. El mito fundador es persistente, incorruptible e indiscutido. Todo lo que se aparta de esa visión es anómalo, desviado, inconcebible. Pero ahora hay mas chilenos que piensan que hay un asunto no resuelto, que si bien el deslucido bicentenario intentó reafirmar el paquete mítico fundacional, hay cosas que no es posible seguir tragándose. Alguien me decía hace un tiempo que así como no es posible gobernar contra un pueblo indefinidamente, tampoco es posible jugárselas sobre la negación de la inteligencia, no somos tontos todo el tiempo. Hoy día, después de tanta ignominia, la idea de que el estado colonial no ha sido desmontado completamente, para decirlo educadamente, es mas escuchada, no es una herejía antipatriótica insoportable. Estamos lejos, muy lejos aun del momento en que estas ideas sean al menos consideradas en el debate público, pero se avanza.



Cada Miércoles en la tarde en estos meses, en la esquina de Ahumada y la Alameda, en el corazón de la ciudad, se reunían los manifestantes para marchar hacia la Plaza de Armas, deteniendose para hacer un acto a mitad de camino, y otro en la plaza. Poco a poco esas manifestaciones se fueron haciendo masivas, siempre llenas de la energía imparable de una cultura en resistencia. Vimos llegar cada vez mas “huincas” a sumarse al movimiento con una suerte de descubrimiento, vimos llegar a burocratas del centro financiero, muchos de ellos con rasgos indígenas, a muchachas que bajo su aspecto moderno y alegre sentían que algo les resonaba, muchos jóvenes, los “compañeros de ruta” de siempre, viejos y nuevos izquierdistas de todo tipo, la mayoría anónimos. Los discursos eran unitarios, amplios, inteligentes y cortos.

Hay mucho que decir, buscar y comprender en estas movilizaciones, en el desenlace de la huelga, en la manera como unos y otros se posicionaron, en lo que viene. Han sido semanas densas; con vidas en peligro, con valentía, y organización el país descubre que los mineros existen y el “sueldo de Chile” es producido por trabajadores; que los mapuches no son unos lejanos terroristas incomprensibles, adoctrinados por malvados guerrilleros extranjeros.



Se que en todo esto hay un microsociologo amateur que se hace pasar por fotógrafo o documentalista, pero una de las armas del conocimiento pasa por la intuición que viene con la observación... paciente, sostenida, abierta. Modestamente, en serio.

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