Bajo los volcanes fue proyectada como parte de un ciclo sobre América Latina en el cine Kino 3001 de Hamburgo. Patricio Mendoza, quien hizo posible esta proyección, escribe al respecto.

René ;
Gracias por pedirme que una nota mía, sobre la proyección del documental, podría ser de « interés » para publicarla.

Prefiero que ésta sea la ocasión para intercambiar opiniones y conversar. No da para hacer una nota y te digo porqué o cuáles son las cuestiones de fondo sin resonancias. Necesito ubicar un contexto para lo que me pides ; es que hay mucha grava que pisar en lo que a recepción, hoy por hoy, se refiere. Además, a propósito de como la ven los “europeos”, así en general, invito a un narrador “ indígena ilustrado ”, pidiendo la devolución de unas categorías y clasificaciones que desde la conquista invasora no hemos enrostrado a nuestros « descubridores » con la insistencia debida y, con mayor urgencia en estos tiempos de crisis, ahora más que nunca gestionadas.

«EUROPEO ESTÁNDAR»
o sobre su recepción del documental Bajo los Volcanes

Con la seguridad, y las distancias del caso, más de algún alemán « standard » habrá pensado que los bolivianos viven –aún- literalmente bajo los volcanes. Esta no es una insidiosa exageración, sino puro « sentido simbólico imaginario » de sus vidas. Como también se habrán confundido -por lo de sus reiteradas disculpas de incomprensión-, con ese tiempo histórico colectivo que defienden y mantienen los pueblos y comunidades étnicas. Pueda que esto les ocurra, además, no por ingenuidad o ignorancia ni por creencias más o menos postmodernas trasnochadas ( esas son las paradojas de una modernidad que la entierran una y mil veces sus sepultureros postmodernísimos, pero ella vuelve desde siempre como Lázaro encadenado ), sino por filtros « anti-revisionistas » en boga y …algo más.

Me explico : Sudamérica está tan lejos que urge ´esperanzarla`, que urge sea cierta ( “damos fe y razón” ) a como dé lugar, que es imperioso aislar la necesidad de cambios que irradia, ahora que se vé tan salvaje además de exótica. Que es urgente, ahora que es urgente y tan lejos en las pantallas, ver que otros se resisten a estandarizarse. Sudamérica, para ellos, vive un tiempo histórico abstracto de « amplias mayorías », un tiempo histórico de « masas » o un tiempo de locuras y guerras intestinas. De ahí que los progres izquierdistas europeos busquen un « discurso » histórico para explicar esas luchas y sus contradicciones ; lo que, pidiendo negar previamente su « objetividad », creen es necesario ese discurso, cuando se sabe, sabemos, que el tiempo de allá sigue siendo de todos, por lo tanto de nadie. Porque el tiempo de « acá » ha convertido el tiempo histórico colectivo de « allá », en el « ingrediente elemental de lo personal y lo íntimo ». La historia la ven ajustada a su patrón y modelo, y todo lo que no encaja en sus entendederas, lo atribuyen burdamente a « teorías conspirativas » de malvados revisionismos o “fascista y racista” islámica o “grisácea reptiliana” o fantasmal extramarxiana que vuelven al Nuevo Mundo andino.

Era verano y me sumerguí en Bolivia aireada por El Alto Los cóndores no hallaban su lugar en mi cielo lleno de nieblas

Pero hay otra clasificación que podríamos devolverles como un Átlatl : el « europeo medio » ; ese que, suponemos imaginariamente, pudo haber asistido por si acaso a la exhibición del documental. La colonia ausländer dizque son unos seres bastantes peculiares ; fulguran aún en sus memorias héroes de PocaHontas, la solidaridad con sentido práctico y … veremos, la exégesis de todo lo que no ven, lo compasivo a lo Kantdelejos, y el amor a los jardines, a los parques, a los animales, a los niños, en ese orden.
Hubo algunos que, al parecer, salieron de esa medianía y atinaron a decir que había « mucha información” y que, por ende, sería bueno volver a verla. O que estaba « muy interesante ».

Yo no sé si la atmósfera aún familiar y conservadora de las salas de cine público, dé para un momento de reflexión en las realidades cruentas de muchos pueblos que luchan por la dignidad y su real independencia. Pero para un alemán « de a pie », la recepción está en el limbo de las carencias individuales, desde unas vidas nunca compartidas sino compartimentadas. Lo civil y lo espiritual cada uno por su lado ; que es como decir si Bolivia tiene derecho o no a aunar esos poderes y que esto no puede “correctamente” ser. No aceptan ni entienden a nuestros países y a sus pueblos lo mísmo que ellos se permiten ( ¿ se dice que los movimientos sociales son « violentos » ? ).

La recepción de esta y otras realidades de cambio y resistencia, es un asunto que subestima el trabajo, la veracidad o la capacidad expresiva y de conciencia histórica que contiene el documental. Hablo de un marco receptivo literalmente formateado, de un juicio crítico disfuncional generalizado.

Todo esto afecta también, cómo no, a la recepción “latina” en el exterior.

Resulta que el ciudadano alemán estándar, medio o de a pie, vive igual de enajenado en la seguridad y la comodidad, que lo lleva a un conformismo `crónico´, dicho en su acepción de una dolencia habitual. Y la gran mayoría de « activistas » de izquierdas o no, también viven enfrascados en la solidaridad condicionada ; una solidaridad que ejercitan a la manera de una “terapia ocupacional”, algo así como una solidaridad de tratamiento por países –porque ellos también viven su propio infierno ¿ no ?- . El abismo de sus vidas muchas veces es tan regular y planificado, que ventilan participando en grupos de solidaridad de diversos colores, según el remoto lugar que esté en la coyuntura de moda. En este contexto de un estado de lo público y de lo privado la exhibición del documental podría llegar a entenderse, para muchos, únicamente como su desarrollo personal de “conocimiento general” en privado y para ocasiones sociales de recreación plena y segura. La percepción europea en general ( siempre en el sentido de esas convencionales y propias categorías, pero no por ello exentas de una amplia y certera verdad ) hoy por hoy, está como “narcotizada” en la normativa y naturalización de los conflictos. Y no sólo aquí ; creo que se está volviendo cada vez más una tendencia universal.

Hay excepciones, claro, pero son eso, excepciones. Son las que creo tomaban unas vacaciones bien merecidas.

A mí, personalmente, el documental me parecio a la vez familiar y extrañable ; un extrañamiento demasiado “nuestro” como para que no sea vivido y reconocido. Una secreta venganza, talvez, de lo que no pudo ser y, ahora aguardaremos, resurgiendo. Se agradece la voz en off fluída y reposada sobre un fondo de caminos, montañas y vientos. Quedamos agradecidos los que vimos este trabajo documental con menos desmemoria y con menos aires de esparcimiento.

Salud, Patricio