1 La oficina Vergara

Durante toda mi infancia y parte de la juventud, para las vacaciones escolares, cada verano y cada invierno partía a la casa de mi abuelo, sastre del campamento obrero en la oficina Vergara de la Anglo Lautaro Nitrate & Co. Era el cantón El Toco, en la pampa salitrera, a unos 150 kilómetros de Antofagasta



Algunas veces el viaje se hizo en el tren longitudinal, que se tomaba en La Calera; el viaje duraba unos tres días y pasaba de todo. En la mañana del ultimo día en una pequeña estación, Miraje, se cambiaba al tren salitrero que nos llevaba a Vergara.

La ciudad estaba perfectamente organizada. Alrededor de la plaza estaban la “pulpería”, un pequeño mercado, el teatro, la pequeña biblioteca. La plaza tenía grandes pimientos (Schinus Molle, un árbol nativo que vive siglos casi sin agua) y al medio estaba el Kiosko desde donde se trasmitía música en las tardes. La población estaba distribuida en tres sectores bien definidos: el campamento de C u obrero, las casas en hileras continuas eran iguales; en un extremo estaba el edificio con las duchas comunes y cerca, los “buques”, grandes barracones donde vivían los obreros solteros. En otro sector estaban los empleados o campamento B y un poco alejados, en un sector con árboles, los bungalós del campamento A o “de los americanos”

Al igual que las otras oficinas: María Elena, Pedro de Valdivia y Coya Sur, que pertenecían a la misma Anglo Lautaro, en Vergara la vida estaba dominada por la organización industrial, que ordenaba a su vez la vida social y deportiva. De alguna manera las oficinas eran mundos cerrados en los cuales la compañía difundía e inculcaba formas de vida, usos y costumbres, que resultaban en una distinción neta entre el afuera y el adentro.

Plaza de la Oficina José Francisco Vergara, construida entre 1918 y 1919. (Foto: Raúl Roco Pérez.) http://www.albumdesierto.cl/vergara.htm


Pero la vida pampina nunca correspondió al ideal trasmitido por la revista “Pampa”, el órgano de la compañía, que mostraba una comunidad laboriosa, impregnada de los valores de la seguridad industrial, el rendimiento, el deporte y una vida social activa y ordenada. El mundo pampino armó sus fuertes identidades con eso y mucho, mucho mas.

Mi abuelo vivía en la calle O`Higgins, a unos 100 metros de los limites del pueblo. Su casa, al igual que todas las del campamento C tenia dos piezas y un pequeño patio abierto. La pieza que daba a la calle tenía una ventana y la puerta de entrada. Allí funcionaba su sastrería. Había unos maniquíes, un par de maquinas de coser y unos mesones donde trazaba los cortes sobre elegantes paños que guardaba en un estante. Sus clientes eran los obreros. En esos tiempos no existía el concepto del "pret á porter", aparte de la ropa de trabajo, y la de todos los días, cada tantos años los hombres debían mandar a hacer un traje. Hasta los pobres tenían elegantes ropas hechas a la medida... que a veces terminaban en una casa de empeño.

Mi abuelo había iniciado sus actividades al comenzar el siglo, luego de estudiar en un colegio de oficios en Bolivia. Sus primeros años de sastre se desarrollaron en la zona donde se iría levantando lo que hoy es Chuquicamata. Tiempos duros. Nos contaba cómo era la vida en los centros mineros. Los “guardias especiales” recorriendo a caballo las calles, rebenque en mano, imponiendo el orden, atentos a las posibles huelgas y protestas. Decía que tenía en su sastrería un pequeño banquito de madera que prestaba a Recabarren para que, subido en el, hiciera sus discursos.

A quien conocí mucho fue a la tía Clotilde quien tuvo una gran participación en la huelga del 56 que termino con muertos en la plaza de Pedro de Valdivia, la misma tía con la que anduve en las calles de Santiago el 1 y 2 de abril del 57, en medio de la sublevación popular, tenía 10 años.



Cementerio de la oficina Vergara


Volví al norte años después. Llevaba unos años militando en la jota y me integré rápidamente al Comité Regional en Antofagasta. Allí completé mis años juveniles. A fines de los 60 asistí a las últimas grandes huelgas, la gran marcha de la oficina Alemania desde las cercanías de Taltal hacia Antofagasta a través del desierto y la última gran huelga de la Soquimich. También partía en misiones a Calama o los pueblos del interior.

Hay un punto en el desierto, entre Antofagasta y Calama que podría ser el lugar desde el cual puedo comprender mi vida, donde se cruzan caminos, donde nacen y vuelven las travesías posibles. Seguramente cada cual tiene ese lugar en algún punto del planeta, algunos en la esquina de su casa, o en las antípodas.



La oficina Vergara esta cerca de ese lugar.

Desde hace días que acompaño a Juan en su proyecto artístico y que nos movemos por el desierto, entrando por huellas abandonadas, alejándonos de los caminos.

Así llegamos a la Oficina Vergara. A lo que queda. De alguna manera íntima se me entro el habla por semanas, para decirlo de alguna manera.






2 El desierto cercado.

Al salir de Antofagasta nos llama la atención una cerca que rodea el camino por ambos lados. Esperamos que se termine, pero no, sigue y sigue por cientos de kilómetros. Aquí es donde Chile es mas ancho.





En la zona mas rica del país el estado no puede (claro que puede) mantener un camino público y lo entregó en concesión. Las obras aun no se terminan y ya hay un peaje instalado, cobrando la pasada. Muchos en esta zona están en desacuerdo con esto por distintas razones, todas válidas. Yo agrego la desazón del espacio cercado. Miles de kilómetros de alambres de púas recordándote que al fin de cuentas todo es terreno privado.

Este viaje al norte ha estado lleno de esos sentimientos.





Oficina Chacabuco


3 Guillermo Fuimos a buscar a Guillermo al terminal de buses de Antofagasta, llegó de Iquique antes de la hora. Pasamos unos días con el y fue, como dijo Juan cuando lo dejamos en la Plaza de Antofagasta, antes de volver al camino, una gran alegría.

Hablamos mucho de los tiempos en que Antofagasta recibió a muchos artistas de todas partes, en que había universidades, actividad cultural, discusión y creación.

Hablamos de la memoria, de cómo él es, de alguna manera, una reserva para muchos de nosotros que hemos ido dejando girones durante tantos años de lejanía.

Salimos a caminar en las tardes, la primera vez por las calles casi vacías de la ciudad en medio de un largo feriado. Cada rincón nos habla. Buscamos la casa de Ariel, una modesta fachada congelada en la sequedad. Hablar con los testigos de esos años no es solo emocionante, es ponerse cara a cara con algo que tiene que ver con el sentido íntimo de las cosas, con ese viaje interior.

Nuestro segundo paseo fue por las cercanías del barrio en que estamos, alojados al norte de la ciudad. Hablamos de su "Diario", que comenzó a escribir el 11 de septiembre del 73 y terminó a la muerte de su madre hace unos pocos años. Me cuenta de sus años trabajando con la agrupación de familiares de desaparecidos y ejecutados, cómo vieron aparecer en Pisagua a Choño, el primero, saliendo de su fosa, de la tierra del norte.

Asi pasaron estos días, muchas cosas que cambian, que se mueven. La codicia mueve montañas, literalmente; encierra, vende y destruye. Me pregunto cuanto le habría costado a la riquisima compañía usurpada al estado en tiempos de dictadura, cuanto habría costado regar los hermosos pimientos de la plaza de Vergara.



Debe ser por este tipo de cosas que para nosotros el asunto de la memoria es un asunto feroz, un asunto de muerte y vida, un terreno en que nunca cederemos nada.

4 El diario de Guillermo



MARTES 11 DE SETIEMBRE DE 1973

Escribo anocheciendo y aunque SÓLO ES REAL LA NIEBLA, todo lo visto, oído, gustado es cierto. Cruelmente verdadero. Irrefutable.

Inicio del toque de queda -15 hrs.: pasan dos o tres o cinco minutos y desde nuestro minarete (Baquedano N° 830 - Antofagasta) los ojos curiosos, risueños, asombrados filman estas secuencias dignas de Chaplin:
Aquella tanqueta
Cierra la bocacalle. Frente a la casa de Pancho Cvitanic, ese camión blindado y un jip. Órdenes gritonas... y varios soldados saltan, se agazapan, se arrojan al pavimento de la calzada avanzan en diagonal metralletas en mano, sin jamás alzar los ojos. Se parapetan detrás de ese imperturbable poste de cemento, vecino a la cocina del colegio San Luis.
Luego, sigilosamente, envalentonados, se atreven a cruzar la calle -¡totalmente desierta!- arremetiendo finalmente contra la sede vacía del Partido Socialista y, rotas las puertas,
Escapa UN GATO SOLO.
Nuestros soldados, entonces arrojan papeles, trapos, una o dos máquinas de escribir, folletos, palos de escoba, periódicos, revistas, libros y algunas banderas rojas más allá de la vereda... y cumplida esta acción de guerra se retiraron del campo de batalla.

BUQUE ESCUELA ESMERALDA

Máscaras negras
ampolletas rojas: eslora de Tinieblas
frente a Valparaíso.

¡Golpes -Bofetadas- culatazos!

Ellos
indagaban sin preguntarme
nada
indagaban -día
y noche-
y en el suelo
dos oficiales empezaron a saltar
sobre tu espalda
infatigablemente
sin descanso...
y qué podría
uno decirles,
si
yo
NADA SABÍA?

¡Culatazos - golpes- bofetadas!

¡Desaparecen nuestras amarras
con la vida!...
airosos cadetes. Nubes áulicas.

Durante todo este Martes funesto, fuimos (también todo Chile) atrapados, acosados por radio y televisión. El discurso final de Allende. Mejor dicho, sus palabras testamentarias nos llegaron con muchísima interferencia. En cambio, sí escuchamos o vimos las del General que "por ser el más viejo" (57 años) preside a los cuatro.

HUMORISTA INVOLUNTARIO

"Este no es un Golpe de Estado, sino un movimiento militar que pretende recuperar al país por la senda de la legalidad y la constitucionalidad, manteniendo a la gente con sus derechos y libertades"

MIÉRCOLES 12 DE SETIEMBRE

Maité fue mamá de una niñita. Mario Thomas, el papá, detenido y en cárcel por razones políticas. La abuela llegará desde la Serena. Intentará entrevistarse con Monseñor Francisco de Borja Valenzuela y conseguir su ayuda celestial... pues el tío de Mario es el Obispo M. Garfias.

Iquique -Hotel Bolívar, pieza N°10-. Detienen esta noche a Mario Morris, empleado de aduana, recién llegado. Se le acusa de "incitar a la sublevación de las Fuerzas Armadas y de intento de homicidio en personas públicas".

Para llorar
se necesita compañía
esta mañana
el pan nuestro brinda amargo
en tu boca

Torre
derrumbándose, estatua gris
y carpas carpas
innumerables
carpas de campaña:

desde el frontis,
se ve salir
humo por primera vez.

TOdo ES CAminar.

Con nostalgia fresca,
tentación de pertenecer a ninguna
parte, alas
y territorios...

Todo fue cantar

"Misión cumplida.
Moneda tomada. Presidente,
Muerto".

JUEVES 13 DE SETIEMBRE

¡AVIÓN!...

Me impongo por televisón de nuestro "retorno a la libertad, la justicia y la paz". Aquí bengalas hacia los cerros, poblaciones periféricas.

Decreto Ley N°27: CIERRE DEL CONGRESO NACIONAL.

"Nos duele inmensamente
y nos oprime la sangre que ha enrojecido nuestras calles, nuestras poblaciones
y nuestras fábricas, sangre de civiles y sangre de soldados, y las lágrimas de
tantas mujeres y niños.
Pedimos respeto por los caídos en la lucha y en primer lugar, por el que hasta
el Martes 11 de Setiembre
fue el Presidente de la República".


Raúl Cardenal Silva Henríquez

Los camarógrafos de ayer han muerto. "La tranquilidad vuelve" -palabras del locutor.

NOTA: Estos fragmentos corresponden a nuestra obra inédita, un diario iniciado el 11 de Setiembre de 1973 y cerrado el 25 de Noviembre de 1992. Su título elegido es SUBVERSIÓN DE LA MEMORIA.

GuillermoR.